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Historia de la agricultura y la ganadería

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Durante el neolítico, se produce una de las transformaciones más fundamenta­les de la historia humana: la generali­zación del paso de una economía de subsistencia basada en la caza y la reco­lección a una economía agrícola y de pastoreo. En CurioSfera-Recetas.com, te contamos la historia de la agricultura y la ganadería.

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Origen de la agricultura y la ganadería

Los primeros pueblos de agricultores aparecen durante el décimo milenio a. C. en el Próximo Oriente, en Beidha y Jericó en Jordania y en Tell Ramad en Siria. La agricultura y la ganadería se expanden hacia Europa meridional entre el décimo y octavo milenio a. C. (Balcanes, cuenca del Danubio. Pont-Euxin), luego hacia Europa septentrional y occidental, donde, sin duda, ya se practican formas de ganadería.

La agricultura se conoce en Egipto en el sépti­mo milenio a. C.; luego, entre el sexto y segundo milenio, se difunde en el resto de África Más al este, hay testimonios de agricultura en la India durante el décimo milenio, en Indochina durante el noveno milenio y en China durante el séptimo milenio.

En el Nuevo Mundo la agricultura aparece en el sexto milenio a. C. en México y en el Perú andino. Al este de las Rocosas, en los actuales estados de Kentucky, Tennessee y Missouri, existen pruebas de ella que datan del tercer milenio.

Cómo surge la agricultura y la ganadería

Sin embargo, el problema no consiste en saber dónde y cuándo aparecen la agricultura y la ganadería, sino por qué y cómo aparecieron. En efecto, cuando se considera que estas técnicas tienen apenas 12.000 años, no podemos dejar de pen­sar en los dos millones de años de presencia del hombre sobre la Tierra, y en los 50.000 años de su existencia bajo una forma mo­derna.

Durante todo este período, la depredación es su principal modo de subsistencia, lo que paradójicamente hace decir a los prehistoria­dores norteamericanos Lee y De Vore que la caza es la forma de adaptación más exitosa y estable que el hombre haya conocido.

Podemos entonces legítimamente preguntarnos por qué se produjo un cambio en las estrategias de producción alimentaria de las pobla­ciones prehistóricas, por qué, cuando durante más del 99% de su existencia el hombre vivió de la caza, escoge, finalmente, modificar por completo su modo de subsistencia y lo innova repentina y rápidamente.

Nacimiento de la agricultura y la ganadería

La aparición de la agricultura y la ganadería es un fenómeno global, que se desarrolla en un período relativamente corto: cuatro milenios, entre el décimo y el sexto. Los trabajos de los prehistoriadores muestran que hay que excluir la idea de una invención única y de una difusión desde una sola fuente (en este caso el Próximo Oriente) hacia el resto del mundo.

Incluso si la hipótesis de una difusión de la agricultura desde esta primera región es pro­bable hacia Europa y África, existen al menos cuatro fuentes de desarrollo independientes: el sudoeste y el sudeste de Asia, México y el Perú andino.

Frente a estos interrogantes, la pregunta acer­ca de los orígenes de la agricultura fue reto­mada en 1977 por el prehistoriador norteame­ricano Mark Nathan Cohén, en una obra fundamental, The Food Crisis in Prehistory: Overpopulation and the Origines of Agriculture («La crisis alimentaria en la prehistoria: la sobrepoblación y los orígenes de la agricultura»).

Apoyando su tesis en investigaciones arqueológicas y etnológicas, el científico refu­ta la idea según la cual la agricultura y la gana­dería representan un «progreso» frente a la caza y la recolección. Desde su punto de vista, el paso a una economía productora es, en rea­lidad, la única forma de adaptación posible a un fenómeno que empieza a tomar fuerza desde el pleistoceno: la presión demográfica humana.

¿Por qué tardan tanto en aparecer?

Según Cohén, los estudios acerca de las pobla­ciones contemporáneas de cazadores-recolec­tores muestran que éstas no ignoran los pro­cedimientos de reproducción de las plantas a partir del grano, o las costumbres de los ani­males que podrían llevar a su domesticación. Por el contrario, su propio modo de subsisten­cia implica un conocimiento profundo de las especies que consumen.

Si el hombre escoge durante milenios no pro­ducir, es porque la agricultura y la ganadería representan un retroceso en varios aspectos con respecto a la caza y a la recolección.

En primer lugar, imponen una base alimenticia más estrecha, limitada a los tubérculos, los cereales, los productos lácteos y pequeñas cantidades de carne, con todos los riesgos que conlleva esta dependencia de un numero res­tringido de alimentes de base.

En cambio, los cazadores-recolectores cuentan con un amplio régimen nutritivo, y, por lo tanto, incurren menos riesgos de escasez y hambruna. Además, los cuidados de la tierra y de los animales requieren un tiempo de trabajo más largo. Finalmente, la promiscuidad con los animales implica una mayor exposición a los riesgos de enfermedades parasitarias.

La única gran ventaja económica de la agricul­tura es que ofrece la posibilidad de obtener mayor cantidad de alimento de un espacio dado en una unidad de tiempo dada. Ahora bien, esta ventaja no puede superar las des­ventajas ya enumeradas, salvo en un solo caso: cuando el crecimiento de la población humana es tal que exige una producción alimentaria considerablemente mayor.

Solución a la presión demográfica

Precisamente, Cohén descubre indicios de esta presión demográfica durante el pleistoceno, primero en el Viejo Mundo, luego en el Nuevo Mundo, a partir de su poblamiento hacia el 20.000 a. C. En primer lugar, la ocupación de zonas menos hospitalarias, más frías o más áridas, indica claramente que las áreas de caza y de recolección tradicionales ya no ase­guran la subsistencia de poblaciones crecien­tes.

Luego, la aparición en el régimen alimen­tario de alimentos menos apreciados que la caza mayor es el indicio de que el aumento de las poblaciones obligó a encontrar nuevos sustitutos alimenticios animales pequeños, productos acuáticos poco o no consumidos pre­viamente, vegetales que requieren preparacio­nes más elaboradas. Finalmente, cuando ya no es posible recurrir a esta forma de adaptación, se adopta la agri­cultura.

Primero, para suministrar un suple­mento alimenticio, luego, en razón de la con­tinua presión demográfica y del agotamiento de los demás recursos (principalmente la extinción de la fauna por exterminación), como método principal de producción.

La ganadería, fácilmente asimilable en razón del conocimiento tradicional de las costum­bres animales, aparece entonces como el único modo posible de explotación del mundo animal en un universo fundado en la compe­tencia territorial y el sedentarismo.

Principales cultivos del neolítico

  • Hortalizas verdes: repollo, lechuga, espi­naca, ortiga, judías verdes.
  • Raíces comestibles: zanahoria, rába­no, ñame, batata, patata, mandioca, taro.
  • Frutas: manzana, pera, ciruela, cereza, aguacate, sandia, plátano.
  • Oleaginosas: nuez, lino, grano de ama­pola, colza, oliva, maravilla, hoja de palma, sésamo, cacahuete.
  • Leguminosas: habichuela, judías, lenteja.
  • Cereales: trigo, cebada, maíz, centeno, avena, mijo, arroz, sorgo.
  • Condimentos: mostaza, caña de azú­car, pimiento rojo.
  • Materiales de construcción: palma, caña, etc.
  • Materiales de almacenamiento: calabaza.
  • Plantas fibrosas; lino, cáñamo, algodón.
  • Plantas colorantes: azafrán, glasto, índigo, etc.

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