Los alimentos transgénicos han supuesto toda una revolución en la alimentación. Modificando genéticamente el ADN de una planta se puede obtener mejores características. Por ejemplo, el maíz modificado puede dar más granos, más grandes, más rápido y puede resistir a ciertas plagas. En CurioSfera-Recetas.com, te explicamos qué son los alimentos transgénicos y sus características.
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Origen de los alimentos transgénicos
Un buen día los humanos descubrieron que podíamos recoger las semillas, plantarlas, cuidarlas y sacar rendimiento en forma de comida y más semillas. Y seguramente al día siguiente empezaron a intentar obtener unas semillas que fueran mejores que las de la cosecha anterior.
Tan pronto comprendieron como lo hacían los vegetales para reproducirse, comenzaron a jugar cruzando diferentes variedades para ver si el híbrido que salía era más interesante: si podía dar más frutos, crecer más deprisa o hacerlo con menos agua. En todo caso, habría características interesantes y otros que habría que descartar.
A base de cruzar y recruzar vegetales a lo largo de miles de años hemos conseguido disponer de unas plantas que no existían hace relativamente poco tiempo.
Si nos enseñan cómo era el trigo original, seguramente ni lo reconoceríamos, y aún hay quien se sorprende al descubrir que el color original del tomate es el amarillo. Los cultivos actuales requieren mucho cuidado, pero rinden de una manera inimaginable para nuestros antepasados.
Pero el sistema de ir cruzando hasta que aislamos en algún organismo aquellos genes que nos interesan es lento y tiene limitaciones. Por eso, cuando al final del siglo XX se descubrió la manera de trabajar directamente con los genes, pareció que se desvanecían estas limitaciones.
Después de todo, las características de cada ser vivo están codificadas en su ADN. Y ahora ya sabemos cómo cortar y pegar este ADN con bastante eficacia.
Por lo tanto, si alguna planta tiene una característica que nos interesa, podemos coger el gen que le confiere y ponerlo en el cultivo que queramos. No necesitamos ir haciendo cruces durante generaciones hasta que la conseguimos aislar.
Modificar los genes de los seres vivos
La modificación genética no ocurre únicamente en vegetales. En microorganismos también se hace, y en animales lo mismo, pero las plantas tienen una ventaja. Sus células pueden convertirse en nuevas plantas con mucha más facilidad que en el caso de los animales, un hecho que comprobamos cada vez que plantamos un esqueje.
A partir de un fragmento de rama vuelven a salir tallos, raíces, hojas y semillas, como si todas las células de los vegetales fueran células madre. Gracias a ello podemos rehacer plantas completas a partir de unas pocas células. Por lo tanto, podemos introducir los genes que nos interesen en unas pocas células y a partir de estas sacar plantas enteras.
Esto nos abre todo un mundo de posibilidades, pero tampoco es sencillo. Hay muchos problemas técnicos para hacer que la cosa funcione como queremos, pero el caso es que la mayoría de problemas ya los sabemos resolver. Conseguir la primera planta es muy, muy caro, pero luego ya tenemos las semillas y podemos empezar a hacer muchas más muy fácilmente.
Riesgos de los alimentos transgénicos
Enseguida podemos darnos cuenta de que hay un riesgo para el medio ambiente inherente a la tecnología de los transgénicos. Estamos introduciendo una combinación de genes que antes no existía.
Y las relaciones entre los seres vivos son como una compleja red: tenemos idea de los hilos principales, pero a la larga todos están relacionados. Por eso, siempre hay dudas de hasta qué punto son irrelevantes los cambios que hemos introducido.
Y, además de la seguridad ecológica, hay la alimentaria. Aquí hay quien exagera mucho, porque el tema comida está suficientemente controlado, al menos en los países occidentales. Pero el riesgo cero no existe, por lo que hay que vigilar. Como siempre, hay que encontrar un equilibrio entre beneficios y riesgos asumidos e intentar no ser ni soñadores irracionales ni paranoicos de las conspiraciones.
Aunque en realidad el principal inconveniente de los transgénicos, y no es un problema menor, es el dejar el control de la alimentación mundial en manos de media docena de corporaciones. Demasiado poder poco controlado. Pero, por supuesto, este no es un problema tecnológico o científico, sino sobre todo social y político.
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